Queridas familias:
Deseamos que hayáis disfrutado de un buen descanso con vuestros familiares y que os encontréis bien de salud.
Comenzamos este curso 2020/21 bajo la amenaza de esta pandemia mundial del COVID que sigue afectando a nuestro modo de vida. Por eso, aunque junto a esta circular vamos a publicar otra donde os informamos de aspectos generales del funcionamiento del Colegio, previamente a estas comunicaciones más concretas, nos parecía importante hacer una reflexión que nos pudiera alentar y levantar el ánimo para juntos, familia y colegio, afrontar esta situación que nos toca vivir.
El virus no sólo nos hace palpar nuestra fragilidad sino también nuestra solidaridad con los otros; tanto para bien –en el cuidado y responsabilidad- como para mal –siendo vía de contagio cuando no se asumen las medidas de seguridad-. Somos conscientes de nuestra influencia positiva o negativa, que nos habla de que somos una comunidad y que nuestras acciones repercuten en los demás. Quizás lo más terrible de esta pandemia, es que además nos ha introducido un miedo y una gran desconfianza entre nosotros y ante la vida, frente el futuro.
Sin embargo, nosotros, como institución educativa tenemos la misión de preparar a vuestros hijos para el futuro, de acompañarles a que se formen para dicho porvenir –poniendo la mejor de las expectativas- aunque haya escenarios de incertidumbre, peligros y amenazas. Es más, tenemos una obligación de justicia con ellos, de ilusionarles con un futuro lleno de promesas, para el que tienen que poner lo mejor de sí mismos, en la certeza de que nuestras vidas –aunque nos afecte este virus- están siempre en manos de Otro -mayor que nosotros-, como lo han estado en otras épocas de la historia a pesar de epidemias, guerras… En situaciones como ésta, debemos recordar que el futuro se construye con promesas, con proyectos e ilusiones (aunque tengamos que ir con mascarillas, distancias…) y la victoria reside no en el cálculo racional, sino en la voluntad de resistir, aún contra toda esperanza, y no darlo todo por perdido.
Por eso, la virtud de la esperanza es la estrella que nos debe guiar en el inicio de este curso, donde nos acecha la incertidumbre, el temor, el miedo a perder la salud o que la pierdan nuestros mayores; la esperanza nos hace ver que existe un mal, pero que nuestra obligación es no sucumbir ante él, sino tener ánimo para lo grande, para seguir velando y vigilando para que el mejor escenario sea posible. La virtud de la esperanza nos impulsa desde esta conciencia de nuestra vulnerabilidad, a confiar en que todo saldrá bien, a poner todos los medios para que sea así y esperarlo, sabiendo que junto a nosotros hay Alguien que nos auxiliará, socorrerá y ayudará. Tener la virtud de la esperanza hoy es negar a este virus el estatuto de definitivo. Winston Churchill en el contexto de la II Guerra Mundial, ante la realidad del asedio alemán, lanzó un discurso al pueblo británico diciendo: “Arriba los corazones, todo saldrá bien. De las profundidades del pesar y el sacrificio, renacerá la gloria de la humanidad”.
Así, es este deseo de alcanzar nuestros proyectos, las promesas, lo que nos hace capaces de esfuerzos y sacrificios. Como en las historias épicas, que hemos visto o leído, donde el bien y el mal están en juego, sus protagonistas están persuadidos de que nada es indiferente y que todo colabora en la victoria. Esta esperanza les hace fuertes, capaces de sortear peligros, vencer miedos,… Y nosotros debemos recuperar esta dimensión simbólica de la fe, para resistir ante pesimismos, no dejarnos llevar de miedos, sino llenar de ánimos a nuestros hijos para que vengan al Colegio con el yelmo de la mascarilla, protegiendo sus manos y cuidando la distancia, para no caer en el combate. Como padres tenéis que inspirar la confianza en que “todo saldrá bien”… Nosotros pondremos todos los medios para que el Centro sea un espacio donde crecer, soñar, volar, donde haya un ambiente de confianza, disciplina, serenidad, seguridad, trabajo, fe, compañerismo… en el que aprender y formarse como personas con grandeza de ánimo.
Ante este inicio, en el que tenemos tanto que organizar, debemos primero llenarnos de esta esperanza: porque no todo saldrá perfecto, el gobierno dará muchas informaciones, habrá errores… pero no debemos perder esta virtud que nos impulsará a recuperar la ilusión, la confianza en el futuro. Vamos a velar por los espacios de separación, por los grupos estables de convivencia, por implementar todas las medidas que se nos pidan, con la finalidad de procurar que todos puedan seguir viniendo al Colegio; pero necesitamos de vuestra confianza, paciencia y colaboración. Vamos juntos en este combate.
Además, en este Colegio contamos con la protección de Cristo Rey, de nuestra Madre la Virgen, e intercesores como D. Pedro Legaria. Dios providente no nos dejará, cuidará de nosotros, pero tenemos que ser prudentes y responsables. El no quiere el mal de este virus, pero lo tolera como tanta injusticia y sufrimiento que hay en el mundo. El lucha con nosotros, impulsándonos al amor, al cuidado y a la compasión por las cosas, para que no nos abandonemos en la decepción, sino que nos ajustemos al ideal, a la esperanza de sus promesas.
Todos hicimos un magnífico esfuerzo en el tercer trimestre (padres, alumnos, profesores) y con aquella experiencia seremos capaces de hacerlo muy bien ahora y de que todo vaya bien.
Buen comienzo. Añadimos otra circular con algunos aspectos generales y la próxima semana, que la Consejería publicará otras resoluciones y ya estarán aquí los profesores, os comunicaremos los detalles del inicio. Un saludo afectuoso,
El Equipo Directivo
“La esperanza es el hábito del corazón que nos deja habitar el mundo desde los sueños, los ideales, poniendo todos los medios para vigilar, preservar el bien, confiando en que concurrirán a nuestro favor causas que no están bajo nuestro poder”
(Higinio Marín, Teoría de la cordura y los hábitos del corazón)