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Artículo de opinión

Campamento Barbastro 2024: devolver tanto bien recibido

Por Martín Nicolás, alumno y monitor

¡Por fin llegaba el gran día, 30 de junio de 2024! Después de 2 años volvía a mi queridísimo campamento. Me estrenaba como premonitor, y a diferencia de los nervios previos al campamento de otros años, la responsabilidad y la alegría de saber que me tocaba entregar tanto bien recibido me hacían sentir mejor que nunca. De esta manera, comenzaba la que ha sido una de las más bonitas experiencias de mi vida.

El lugar, el monasterio de Santa María de Obarra, es increíble y hemos sido afortunados de haber tenido su iglesia del siglo XI abierta para nosotros 24/7. A esto se suma el tener el frío río Isábena a 1 min del albergue, lo que era un verdadero lujo para acampados y monitores.

Ningún día en el campamento era igual al anterior. Ver las caras de “sobaos” de los acampados a las 8:30 de la mañana durante la representación y el ofrecimiento del día era bastante curioso, pero rápidamente con el desayuno todos cogían fuerzas para afrontar una nueva jornada de Olimpiadas precedida por una breve visita al monasterio.

Tras una dura mañana batallando por el oro olímpico, íbamos todos a tonificar nuestros músculos en el helado Isábena. Desde el que metía solo los pies hasta los que nos sumergíamos por completo en sus aguas, el río era de los mejores momentos del día.

Los sobrehumanos papás del campamento, Paco y Manoli, nos recibían con su deliciosa comida y al rato nuestros queridos Padre Jesús y Madre Cristina planteaban el tema de la catequesis.

Al terminar las catequesis, reponíamos fuerzas con la merienda para comenzar los juegos de por la tarde. Para nada el juego más aclamado era el Norte-Sur, pero también triunfaban: el Toca y Vete, el Beso-Placaje y un montón de juegos más en los que monitores y acampados nos hemos dejado la sangre.

Después de desfogar tanto, llegaba el momento más importante del día, la Eucaristía, en la que aunque más de uno alguna vez entraba en el mundo de los sueños (yo incluido), el Padre Jesús siempre tenía una palabra que nos iba ayudando en el día a día del campamento.

Pasada la cena dábamos paso a otro de los mejores momentos del día: las veladas. Rommel VS Montgomery, el Cluedo, Bandera o la noche del desfile fueron algunas de las veladas más divertidas donde acampados y monitores lo pasamos “muuuuuuuy” bien. Otras veladas igual de potentes y espirituales fueron el rosario de antorchas o la noche de adoración que a TODOS nos tocó el corazón.

Disfrutando del cielo estrellado de Obarra cerrábamos los fantásticos y agotadores días en los que no faltaban la reflexión de Madre Cristina y las canciones: Día y Noche y Mi Reina y Mi Señora. Además, para los más forofos, las canciones en el monasterio a media noche han sido momentos que nunca vamos a olvidar.

Con esta intensidad vivíamos cada día del campa, pero esto no ha sido todo: los cuartos y semis de la Selección, las marchas, la visita al Pueyo… TODO ha contribuido a formar un campamento extraordinario y una gran familia con la que estoy profundamente en deuda. No tengo palabras para expresar lo que allí se ha vivido: carcajadas, cantos, lloros, juegos; y sobre todo, desde mi nuevo punto de vista, solo puedo agradecer el inmenso amor recibido de forma tan inmerecida.

Como me dijeron una vez: “En el campamento se recibe muchísimo más que lo que uno piensa que tiene para dar”

Campamento Barbastro 2024: devolver tanto bien recibido

Por Martín Nicolás, alumno y monitor

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