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Artículo de opinión

Cuaresma 2025: un camino, una mirada, una esperanza

Por M. Jesús Campo ECR, directora titular

Acabamos de comenzar la Cuaresma, y el Señor un año más nos llama a hacer un camino interior, de encuentro con nuestra verdad y con nuestra vocación a la santidad, a la plena identificación con Jesús. Para llegar a la Pascua con el corazón renovado y purificado, y celebrar llenos de gozo el triunfo de Jesús sobre el pecado, el mal y la muerte.

Como Jesús, en cuaresma se nos invita a entrar en el desierto, a hacer silencio para escuchar, porque no se escucha en medio del ruido, y porque en silencio podemos escuchar la voz de Dios que pronuncia nuestro nombre: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo”. Ap. 3, 20

Jesús está siempre llamándonos por nuestro nombre para hablarnos al corazón, porque nos ama, porque nos llena de esperanza y da pleno sentido a nuestra vida. Por eso nos llama en este tiempo a la conversión, a ponernos en camino, a salir de nuestra zona de confort. El Papa Francisco, a pesar de estar enfermo, nos escribió el mensaje de Cuaresma y allí nos hacía estas preguntas: ¿Estoy realmente en camino o un poco paralizado, estático, con miedo y falta de esperanza; o satisfecho en mi zona de confort? ¿Busco caminos de liberación de las situaciones de pecado y falta de dignidad?

Qué bueno sería si en estos días nos preguntáramos: ¿Qué me impide avanzar en mi camino, qué me impide ser y vivir el proyecto que Dios tiene para mi? Y para iluminar este camino acudir a la Palabra de Dios, que es luz y guía en nuestra vida.

En segundo lugar nos fijamos en una mirada. En la salve rezamos: “vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro muéstranos a Jesús”. ¡Qué bien nos hace la mirada de nuestra madre, su cariño, cercanía,…! es la mejor de las caricias que podemos recibir. Y a María le pedimos en la Salve que vuelva a nosotros sus ojos misericordiosos, ese es el color de los ojos de la Virgen, pero también de Dios Padre, de su Hijo Jesús, de S. José. ¡Cómo necesitamos de esa mirada, de ese amor que cura, que perdona, que no reprocha nada y comprende todo, mirada llena de misericordia, que nos levanta de las caídas, cura las heridas y restaura la esperanza!

En este tiempo cuaresmal, dejémonos mirar por Dios Padre, que nos espera para abrazarnos y llenarnos de besos como al hijo pródigo de la parábola (cf. Lc 15, 11 – 32) su perdón restaura y nos devuelve la alegría que necesitamos, porque la vida, las relaciones, las dificultades, nos van cargando de rencores, tristezas y pesimismo, que nos impiden caminar con alegría y ver a los demás como hermanos.

Y en tercer lugar la palabra es esperanza. No sólo por ser el lema de este año jubilar: “peregrinos de esperanza”, sino porque este camino cuaresmal culmina en la Pascua: “Jesús, nuestro amor y nuestra esperanza, ha resucitado, y vive y reina glorioso. La muerte ha sido transformada en victoria y en esto radica la fe y la esperanza de los cristianos, en la resurrección de Cristo”.

La Cuaresma cuestiona también nuestra esperanza: ¿En qué y quién tenemos puesta nuestra confianza? Nos dice el Papa en su mensaje de Cuaresma:  ¿poseo la convicción de que Dios perdona mis pecados, o me comporto como si pudiera salvarme solo? ¿Anhelo la salvación e invoco la ayuda de Dios para recibirla? ¿Vivo concretamente la esperanza que me ayuda a leer los acontecimientos de la historia y me impulsa al compromiso por la justicia, la fraternidad y el cuidado de la casa común, actuando de manera que nadie quede atrás?  

Gracias al amor de Dios en Jesucristo estamos protegidos por la esperanza que no defrauda (cf. Rm 5,5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme. En ella la Iglesia suplica para que «todos se salven» (1 Tm 2,4) y espera estar un día en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo.*

Queridas familias del colegio, profesores y alumnos, amigos todos, que este tiempo de gracia no pase de largo, pongámonos en camino de conversión, adentrándonos en el silencio de la oración y la escucha de la Palabra, prestando atención a la voz de Dios que nos llama por nuestro nombre a salir de nosotros, a dejarnos mirar por su amor misericordioso para afrontar con esperanza y llenos de alegría la realidad de cada día, en la certeza de que vamos de la mano con Jesucristo Resucitado a la patria eterna del cielo donde nos esperan nuestros seres queridos y todos los santos, con María, Nuestra Madre y S. José cuya fiesta celebraremos en unos días. Que ellos nos bendigan y guarden y vivamos una Semana Santa llena de amor y agradecimiento a Nuestro Redentor y una Pascua llena de alegría y esperanza.

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*Nota: Estas frases en cursiva son del mensaje del Papa Francisco de la Cuaresma 2025.

Cuaresma 2025: un camino, una mirada, una esperanza

Por M. Jesús Campo ECR, directora titular

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