Artículo de opinión
Gracias, Francisco, por invitarnos a ser peregrinos de la esperanza
Gracias, Papa Francisco.
El día de ayer nos levantamos con una lamentable noticia: el Papa Francisco había muerto en lunes de Pascua, el tiempo que nos recuerda que pasamos de la esclavitud a la libertad, de la muerte a la vida, que nos recuerda que somos peregrinos en la tierra pero con la mirada puesta en la tierra prometida, en el cielo.
Pensar en el Papa es reconocer que la iglesia es lugar de acogida, es hospital de campaña para todos. Gracias, Francisco, porque nos enseñaste que la Iglesia ha de estar cercana a todos los problemas del mundo; fue un deseo desde el inicio de tu pontificado recorrer “un camino que hagamos juntos el obispo y el pueblo”.
Queremos unirnos como colegio Cristo Rey, como comunidad educativa y congregacional, en oración por su eterno descanso.
El Papa nos ha enseñado a “ser pastores con olor a oveja”; ojalá podamos caminar juntos como rebaño, como pueblo de Dios. Gracias Francisco, por imaginarte como buen jesuita: “¿Qué pasaría si yo hiciese lo mismo que hizo san Francisco? ¿Lo mismo que hizo san Ignacio?” El Papa nos alentó a reconocer que el Espíritu Santo que guía a la Iglesia nos lleva a abrir nuevos horizontes, a no quedarnos siendo meros espectadores: “No balconeen la vida”.
Como dijo en la JMJ a todos: “Hagan lío”. Fue la invitación a involucrarnos con todo lo que somos y tenemos, la invitación a poner todos nuestros dones al servicio de todos. No conocimos solo al papa o al sacerdote jesuita, sino que conocimos también a un hombre entregado por la causa de la justicia, un hombre que, siguiendo las huellas de Jesús, vivió deseando «una Iglesia pobre y para los pobres».
“Francisco ve y reconstruye mi Iglesia, ¿no ves que amenaza ruina?” Esta es la llamada que le hace Jesús crucificado a San Francisco de Asís, pero que el Papa Francisco nos llevó a reconocer desde el cuidado de la casa común, pasando por la alegría del evangelio, reconociendo la llamada a la santidad, acogiendo que todos somos hermanos y viviendo desde el amor del corazón de Jesús. Somos llamados como hijos de Dios a ayudar en la construcción de nuestra casa la Iglesia, del mundo.
“Somos comunidad de hermanos y hermanas de Jesús, hijos e hijas del mismo Padre. Amigos, quisiera ser claro con ustedes, que son alérgicos a la falsedad y a las palabras vacías: en la Iglesia hay espacio para todos, para todos. En la Iglesia ninguno sobra, ninguno está de más, hay espacio para todos. Así como somos. Todos. Y eso, Jesús lo dice claramente cuando manda los apóstoles a llamar al banquete de ese Señor que lo había preparado. Dice: vayan y traigan a todos: jóvenes y viejos, sanos y enfermos, justos y pecadores. Todos. Todos. Todos. En la Iglesia hay lugar para todos”. Gracias, Francisco, porque estas palabras siguen resonado con más fuerza desde aquella vez que las dijiste en la JMJ de Lisboa. La invitación más clara de que la Iglesia es hogar, es familia. Gracias por contagiarnos el olor de la fraternidad. Serán pocas las palabras que describan lo que él como persona y hombre entregado al servicio de la iglesia transmitió.
El deseo del Papa de vivir desde la misericordia de Dios. “Y aprendamos también nosotros a ser misericordiosos con todos”. Gracias, Papa Francisco. Hoy como Iglesia, como colegio, pedimos que intercedas por nosotros para que descubramos, a la luz de Espíritu Santo, por dónde nos pide Dios vivir desde su voluntad, vivir haciendo el bien y siempre desde el más (Magis).
Gracias por invitarnos a ser peregrinos de esperanza, a ser discípulos de Cristo y a reconocer que es Dios quien siempre nos primerea.
Gracias, Francisco.