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Artículo de opinión

¡Valle del Razón (2025) sale del corazón! Testigos de un amor incondicional

Por Inés García, antigua alumna y monitora

Muchos son los que piensan que el verano se resume en playas, gazpachos, festivales y partidas de cartas interminables que se pierden en el sofocante calor de esta estación. Sin embargo, quien vive el Espíritu Cristo Rey sabe que en julio tiene una cita obligatoria en el campamento del cole, organizado por nuestra pastoral. Tras un año de Macrey, catequesis de confirmación, voluntariados y convivencias, estos quince días suponen la verdadera guinda del pastel para acabar el curso. No sin razón el himno de Santibáñez, uno de los lugares donde celebrábamos el campamento cuando buena parte de los monitores aún éramos niños, preludiaba en uno de sus memorables versos que es lo mejor de todo año.

A diferencia de Barbastro 2023 y 2024, esta vez el campamento se presentaba de manera distinta, pues nos enfrentábamos a un verdadero reto: sacar adelante el campamento más largo y con más acampados de la historia. El sitio elegido para ello ha sido el Valle del Razón, un paraje natural ubicado en la provincia de Soria. Aquí hemos disfrutado bañándonos en el río, realizando incontables rutas por la montaña e incluso a haciendo talleres scout de orientación por ella. Pero, sobre todo, nos ha ayudado a desconectar –en todos los sentidos– para volver hacia lo que realmente importa. A lo largo de los meses que han precedido a este momento tan ansiado por toda comunidad educativa, los monitores nos hemos encargado no solo de organizar veladas, pruebas de Olimpiadas y diseñar la camiseta, sino de fortalecer el sentimiento de familia que nos une como grupo con un proyecto común. En particular, los de la generación 2006 –Guille, Víctor, Rober, Inés Sánchez, Elena y yo– tenemos que agradecerles a Óscar, Javi, Garbi y a las Esclavas de Cristo Rey la confianza que han depositado en nosotros un año más para seguir haciendo camino juntos, esta vez acompañando a los más pequeños del campamento.

Este 2025, Año Jubilar para los católicos, la temática del campamento ha sido Roma. Para ello, nos hemos inspirado en la historia de los primeros cristianos y en la del pueblo de Numancia –el cual tuvimos la suerte de visitar– ya que, pese a estar distanciados por el tiempo y el espacio, ambos se mantuvieron resilientes ante la invasión romana. Cada día, nos adentrábamos un poco más en sus vidas para conocer sus virtudes más sobresalientes. Entre todas ellas, destacaría: la sencillez, la fortaleza y la esperanza. En el campamento, la sencillez nos hace felices porque encontramos a Dios en los pequeños detalles: contemplando las estrellas por la noche, cantando Mensajero del Verbo Amar con la más sincera de las sonrisas y sin la más melodiosa de las voces o disfrutando de un bocata de Nocilla para merendar. La fortaleza, en cambio, nos ayuda a continuar pese al cansancio, pese a la lluvia, pese a los esguinces y otras heridas de guerra que pueden aparecer mientras nos entregamos en cada juego de obstáculos. También pese a que tener fe suponga ir a contracorriente en un mundo dominado por el individualismo, en el que nos venden que vale más el recibir que el dar. La esperanza, por último, es la que nos hace levantarnos cada mañana con la ilusión de ser mejores y hacer mejores a quienes nos rodean, sabiendo que nuestra meta es Cristo –Los que van a vivir te saludan, como expresa nuestro lema–. Si Dios ha tocado el corazón de monitores y acampados en este campamento, ha sido porque hemos dejado nuestros problemas, inseguridades y defectos

en sus manos y hemos sido testigos, a través de las eucaristías y adoraciones, del amor incondicional que Él tiene hacia cada uno de nosotros.

Ojalá sean cada vez más los acampados que se dejen empapar por una experiencia de esta magnitud y que en un futuro respondan con un SÍ a la llamada del Señor a la vocación de servicio. Y es que quien es monitor en Cristo Rey lleva al extremo la máxima de santa Teresa de Calcuta: «Quien no vive para servir, no sirve para vivir», pues no somos capaces de imaginar una vida que no se base en este modo de vida.

¡Valle del Razón (2025) sale del corazón! Testigos de un amor incondicional

Por Inés García, antigua alumna y monitora

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