Artículo de opinión
Cuaresma, ‘en camino hacia la libertad’
Comenzamos la Cuaresma pidiendo al Señor que ilumine los ojos de nuestro corazón con el fin de iniciar el camino de estos 40 días preparatorios para el inmenso gozo de la Pascua, la fiesta de la Resurrección de Jesús.
La Cuaresma es un tiempo privilegiado para intensificar el camino de la propia conversión. Este camino supone cooperar con la gracia, para dar muerte al hombre viejo que actúa en nosotros. Se trata de romper con el pecado que habita en nuestros corazones, alejarnos de todo aquello que nos aparta del Plan de Dios, y por consiguiente, de nuestra felicidad y realización personal.
El Papa Francisco en su mensaje para la cuaresma nos dice:
“La llamada a la libertad es, en efecto, una llamada vigorosa. No se agota en un acontecimiento único, porque madura durante el camino. Del mismo modo que Israel en el desierto lleva todavía a Egipto dentro de sí, también hoy el pueblo de Dios lleva dentro de sí ataduras opresoras que debe decidirse a abandonar. Nos damos cuenta de ello cuando nos falta esperanza y vagamos por la vida como en un páramo desolado, sin una tierra prometida hacia la cual encaminarnos juntos.
La Cuaresma es el tiempo de gracia en el que el desierto vuelve a ser ―como anuncia el profeta Oseas― el lugar del primer amor (cf. Os 2,16-17). Dios educa a su pueblo para que abandone sus esclavitudes y experimente el paso de la muerte a la vida. Como un esposo nos atrae nuevamente hacia sí y susurra palabras de amor a nuestros corazones”.
Pidamos a María, que nos acompaña en esta Cuaresma, el deseo de convertirnos interiormente para celebrar con gozo la Pascua de su Hijo.