Colegio de las Esclavas de Cristo Rey

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Artículo de opinión

Discurso de graduación dirigido a los bachilleres

Por M. Cristina Blázquez ECR, directora general

Palabras dirigidas por M. Cristina ECR a los alumnos de 2º de Bachillerato el día de su graduación, celebrada el viernes 17 de mayo de 2024:

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Buenas tardes, queridos bachilleres. Saludo a la mesa que nos preside, la M. Inmaculada, superiora de la comunidad y titular del centro, D. Javier Luna, jefe de estudios de Secundaria-Bachillerato, D. Eduardo Peña, tutor de 2º de Bach, y Dña. Elisa Zambrano, madre de la Junta Directiva de la Asociación de Padres del Colegio y antigua alumna. Os saludo también a vosotros padres, hermanos y familiares de estos bachilleres, al claustro de profesores, y al personal que trabajáis en el colegio. Este discurso quiero que lo recibáis en nombre de todas las religiosas Esclavas de Cristo Rey que os han cuidado desde que llegasteis al colegio y a mí, como directora, se me confía expresar con palabras la gratitud de todas ellas.

Hoy es un día para levantar la mirada al cielo, a lo alto, y agradecer el camino realizado. Este acto de graduación, esta celebración, es un rito de paso, que marca la culminación de esta etapa de formación colegial y la entrada en el tiempo nuevo de la vida adulta:  universidad, formación profesional, trabajo… en el que os toca volar por vosotros mismos.

Estos años hemos sembrado en vosotros la pasión por la lectura como verdadera pedagogía y por eso, quisiera dar un marco narrativo a las palabras que os voy a dirigir. Me vais a permitir tomarlas de un gran libro, en palabras de Einstein, de aquel escritor de quien había aprendido más que de cualquier pensador científico: Dostoievski. En su novela Los hermanos Karamazov, uno de ellos, Aliosha se ha ido haciendo amigo de un grupo de escolares, con los que se ha ido reuniendo en torno a una roca y allí han compartido amistades, pensamientos, reflexiones… Especialmente a raíz de la injusticia que padece uno de ellos, Iliucha, de quien se burlan, quien finalmente muere, provocando que florezca lo mejor de cada uno de ellos. Aliosha es consciente de que llega el momento de separarse y les dirige estas palabras. Están en la peña donde se habían reunido con Iliucha, que acaba de fallecer. Les convoca en la roca donde han vivido tantas historias juntos, y les dice:

¡Muchachos, quiero deciros unas palabras en este lugar! Vamos a despedirnos muy pronto. Estaré un tiempo con mis hermanos, pero pronto dejaré esta ciudad, seguramente para mucho tiempo. Así que tenemos que despedirnos. Decidamos aquí, junto a la roca de Iliucha, que nunca nos olvidaremos de él, ni nos olvidaremos los unos de los otros. Aunque estemos veinte años sin vernos y cualquiera que sea nuestro futuro, debemos recordar la historia que hemos vivido juntos, cómo hemos enterrado juntos a nuestro querido Iliúcha, a ese compañero del que un día nos reímos, y le apedreamos, y después le disteis todo vuestro afecto. Era un muchacho magnífico, un corazón bondadoso y valiente, que tenía el sentimiento del honor y se rebeló valerosamente contra la ofensa inferida a su padre. Debemos recordarlo toda la vida, señores; aunque estemos ocupados en los asuntos más importantes, alcancemos una alta posición, o caigamos en la desgracia más grande, aun así no olvidemos nunca lo bien que estuvimos aquí, unidos todos por el amor por este niño, por un sentimiento tan bello y bueno, que nos ha hecho mejores de lo que somos. Queridas palomas… Permitidme que os llame así, palomas, pues todos os parecéis a esas bellas y delicadas aves… Queridos niños. Quizás no comprendáis ahora lo que os voy a decir, porque acaso no consiga expresarme con claridad; pero estoy seguro de que más adelante, cuando recordéis mis palabras, me daréis la razón. Sabed que no hay nada más noble, más fuerte, más alto y más útil en la vida que un buen recuerdo, sobre todo cuando es un recuerdo de la infancia, del hogar paterno. Se os habla mucho de vuestra instrucción, pero cualquier recuerdo ejemplar, sagrado, conservado desde la infancia, puede ser la mejor educación que exista. La memoria de un gran recuerdo en nuestro corazón, puede ser algún día nuestra salvación. Quizá nos volvamos orgullosos, incapaces de resistir a malas acciones, nos riamos de las lágrimas de nuestros semejantes, de los inocentes y piadosos como Kolia que acaba de decir: «Quiero sufrir por toda la humanidad». Quizás nos burlemos con maldad de estas personas… Aun así, por malos que podamos llegar a ser…, cuando recordemos estos momentos que hemos vivido juntos: cómo hemos enterrado a Iliucha, lo mucho que lo hemos querido estos días, todas las palabras que hemos compartido aquí junto a esta roca, tan amistosamente y todos juntos, ni el más cruel, ni el más burlón de nosotros, osará reírse en su fuero interno de los buenos sentimientos que han llenado su alma en estos momentos. Es más, puede que precisamente este único recuerdo le impida obrar mal, tal vez se detenga y se diga: «Entonces fui bueno, sincero y honrado. Y si se ríe, poco importa: es frecuente que nos riamos por ligereza de lo bueno y bello, es falta de reflexión, pero señores les aseguro que, después de reírse, se dirá desde el fondo de su corazón: Me he equivocado. He hecho mal en burlarme de estas cosas. ¡No debo mofarme de estas cosas!

He dicho todo esto por si algún día llegamos a ser malos. Pero ¿por qué hemos de serlo? ¿para qué queremos volvernos malos, señores? Seremos en primer lugar, buenos, después honrados y luego, no nos olvidaremos los unos de los otros. Yo os doy mi palabra de que no olvidaré a ninguno de ustedes: de que siempre, por muchos años que pasen, me acordaré de todos estos rostros que ahora me están mirando. Señores, queridos amigos: seamos todos generosos y valientes como Iliucha; valientes, nobles e inteligentes como Kolia y piadosos y amables como Kartachov. Pero no hay razón para que me refiera únicamente a Kartachov y a Kolia. A todos les quiero y les llevaré en el corazón y les pido que me lleven en el suyo. ¿Quién nos ha unido en este hermoso sentimiento que deseamos conservar siempre en la memoria? Iliucha, ese bondadoso y gentil muchacho al que no dejaremos nunca de querer y recordar. ¡Nunca, nunca lo olvidaremos! ¡Será un bello recuerdo que llevaremos eternamente en nuestros corazones! Queridos muchachos, amigos míos, ¡no temáis a la vida! ¡Es tan hermosa cuando se practica el bien y se es fiel a la verdad!

¡Conservemos eternamente el recuerdo de nuestro pobre amiguito! ¡Eternamente! ¿es verdad que dice la religión que resucitaremos después de morir y nos volveremos a ver todos? Sí, es así, nos encontraremos de nuevo con Iliucha. Todos resucitaremos y nos volveremos a ver, y entonces hablaremos alegremente de las cosas pasadas. Ahora hemos de ir a la comida de funerales. Una tradición antigua, eterna, hay algo de bueno en ella… ¡Vayamos ahora cogidos de la mano, juntos! ¡Y siempre iremos así: cogidos de la mano!

-¡Sí, sí! -gritaron entusiasmados los niños.

Queridos alumnos. Quisiera con el gran Dostoievski arrancaros este compromiso aquí delante de vuestras familias, delante de la comunidad educativa y amigos: ¡Decidamos aquí que conservaremos eternamente en nuestro corazón todo lo vivido en el Colegio! Vuestra roca ha sido Cristo Rey y aquí habéis vivido muchos momentos juntos con vuestro Iliucha, Lucía. Habéis sido capaces de perdonar, de sacar lo mejor de vosotros, de practicar muchas virtudes que os lleváis incorporadas en vuestro ser, en este modo de vida en que se os hemos educado. Dejad que todo lo noble, verdadero, que habéis vivido juntos sea lo que permanezca y como María, guardarlo en el corazón. Atesorad, hacer memoria de las historias, las enseñanzas y prácticas vividas juntos. Prometed hoy, no olvidar todo esto, prometed hoy no volveros malos.  

Pero, ¿de qué depende que no se vuelvan malos? Aliosha es consciente de que el destino de un hombre depende del fin sembrado en su corazón y por eso quiere que aquellos niños tengan como fin aspirar a una vida noble. Aristóteles nos respondería depende de la disposición virtuosa de la persona: “así como cada uno es, así se le aparece el bien”. Aliosha les despierta a la rectitud: no os burléis del inocente, de lo piadoso, no juzguéis, no seáis soberbios, apreciad los buenos momentos vividos, ¡es tan hermosa la vida cuando se practica el bien y se es fiel a la verdad! Les anima a cultivar las virtudes: la piedad, la gratitud, la prudencia, la fraternidad… para no volverse malos.

Como dice San Pablo en la carta a los Efesios que tenéis en las invitaciones a este acto: Para que ya no seáis niños sacudidos por las olas y llevados a la deriva por todo viento de doctrina, de ideología, de mentiras, de engaños, de apariencias, o superficialidad entre los hombres, que con su astucia y sus buenas palabras conducen al error; 15atesorad todo lo sembrado, practicad la caridad, y así realizando la verdad en el amor, haréis crecer todas las cosas hacia él: Cristo, 16 al que todos, como cuerpo estamos unidos. Toda comunidad, el colegio, la sociedad, España, los construimos cada uno desde la responsabilidad, desde las obras de caridad que como a Aliosha y estos muchachos practicamos. No olvidéis como habéis estado unidos por un amor más grande que vosotros, que os ha hecho mejores. Las palabras pasaran, pero el testimonio y las obras permanecerán como el mejor recuerdo.

¡Salgamos así unidos por este verdadero amor! Nos seguiremos viendo, no como Aliosha, sino ahora en el repaso, el 7 y 8 de junio en la fiesta de la familia del colegio, en el campamento, en los planes del verano, JUPAS… Quiero agradeceros todos los frutos de caridad que habéis dado en el colegio ayudando en MACREY, en los voluntariados, en los sábados en familia… Custodiad una caridad verdadera que defienda la verdad como hizo la estrella de Iliucha.

Y permitidme concluir, dedicando una última palabra de agradecimiento a vuestros padres. Gracias por confiar en el colegio, por haber elegido a las Esclavas de Cristo Rey para formar a vuestros hijos, por perseverar y permanecer a pesar de las dificultades, de cambios… Gracias por vuestra fidelidad a la Institución, por ejercer vuestro consejo, autoridad y prudencia, cuando vuestros hijos lo necesitaban. El logo del colegio es esta corona de tres corazones entrelazados: alumnos-familias, Esclavas de Cristo Rey y profesores, todos anclados en la cruz de Cristo como mástil. Esta cruz nos ha unido en muchos momentos y en ella seguiremos firmes. Tenéis una comunidad religiosa, vuestra familia, para lo que necesitéis. Dios seguirá iluminando a vuestros hijos para que ellos, alcancen a ser estrellas de verdad en el mar de historia, luces de esperanza que guardando el bien sembrado, vivan rectamente. ¡Que todos sigamos unidos! ¡Qué bella es la vida cuando se practica el bien y se es fiel a la Verdad! Que este sea vuestro telos, vuestro fin como el de Aliosha. Felicitaciones. ¡Ultreia et suseia!

Discurso de graduación dirigido a los bachilleres

Por M. Cristina Blázquez ECR, directora general

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